jueves, 25 de agosto de 2011

No podrás conmigo.

Noche cubierta de silencio, ese silencio que te abstrae de lo que haces y te estremece porque es capaz de alejarte de lo que conoces... Sobre la cama, la cual se pierde entre montones de guías, con casi 24 horas sin dormir sobre mi cuerpo, pero aun así sin sueño, quizá producto de aquel cargado café que había preparado y que ahora no es más que una taza vacía sobre mi velador, es que me dispongo a dormir para tener una cantidad de horas de sueño suficiente para poder rendir de buena manera en el examen. Ordeno las guías y aparece mi cama que me reclama en ella, preparo las cosas para el día siguiente, me cambio de ropa, lavo mis dientes y finalmente me acuesto. Trato de acomodarme, la espalda me molesta, con mi vientre sobre mi cama abrazo la almohada, cierro los ojos y...

No sé donde estoy, no puedo reconocer nada a mi alrededor, todo está desierto, no hay ruido, ni vida, avanzo pero no estoy caminando, no sé cómo logro moverme, al parecer alguien me carga, pero no puedo ver su cara, ni sentir sus manos sosteniéndome... sólo puedo ver como todo pasa frente a mis ojos.
Puedo ver dos grandes bloques, llenos de puertas que no llegan a ningún lugar, si quisiera salir por ellas sólo encontraría vacío... frío, final. Todo en un extraño tono sepia, iluminado -debe ser de día, no estoy segura, no logro ver el sol. Desciendo, puedo observar una habitación rodeada de ventanales, inspira seguridad, desafío; se presenta frente aquellos bloques con superioridad, a pesar de ser una mínima parte de ellos. No hay nada adentro, nada que pueda ver... está entre los bloques, se muestra imponente, implacable. Cierro los ojos...
Estoy dentro de la habitación, me siento ahogada, desesperada... quiero salir !, necesito hacerlo, no me puedo mover, no sé qué hacer, miro a mi alrededor... puedo sentirte, pero no verte. Quién eres? Qué quieres? Por qué yo?. Me hablas... siento como tratas de tocarme, de entrar en mis pensamientos; con todas mis fuerzas y todos los medios posibles trato de alejarte, de impedirte cualquier contacto, no desistes, continuas hablándome, dices que sabes que no podrás, pero que no te detendrás, que ya falta poco y que sabes que lo lograrás... Todo empieza a dar vueltas, consumes mi aire, insistes en que no podré hacer nada para evitar que entres en mis pensamientos. Forcejeamos intensamente, pierdes. Atravieso en ventanal y comienzo a correr entre los imponentes bloques que me hacen sentir perdida. Imagen monótona que no me deja encontrar una esperanza... sigo, me pierdo buscando una salida... todo se oscurece...


Abro los ojos, desorientada, confundida, con un sentimiento de soledad que de apodera de mi interior... trato de levantarme, me lo impides, no quieres que salga, no me dejas ver, no hablas... pero sé que estás ahí mirándome, puedo sentirte... mi cuerpo se duerme, hormiguea intensamente, mis ojos no son capaces de ver más allá de la oscuridad que los enceguece, el aire para por mi como un bloque denso y tóxico que me ahoga y desespera... pasan los minutos, de a poco puedo sentir mi cuerpo, ya reacciona, comienzo a distinguir siluetas, pero no me atrevo a mantener los ojos abiertos, aun estás ahí... El aire se limpia, está helado, puedo respirar... Escucho tus pasos, abres la puerta, sales, te alejas, te pierdes en el pasillo...

Abro los ojos, enciendo la luz, miro a mi alrededor y antes de poder reconocer algo diferente salgo corriendo por la puerta abierta, aquella que siempre dejo cerrada...

 Puedes mirar al cielo y encontrar la esperanza que dejaste en el camino, 
porque habrá decidido subir y esperar que preguntes por ella.

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